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ATIENDE AL LLAMADO


Atender: prestar atención para comprender una cosa, tener en cuenta o en consideración, ocuparse de algo, responder.


Llamamiento: apelación, exhortación o petición hecha de forma solemne o extrema, convocatoria, citación, acción de llamar.


Dios les bendiga,



Quisiera que antes de continuar leyendo este Blog, ora y luego compartas estas cortas palabras con una hermana/o en la fe, o en tus redes sociales; como el Señor dicte a tu corazón.


¡Gracias de antemano!


Saliendo del servicio llevado por la Fraternidad de Caballeros, un culto al Señor glorioso de esos que anhelas que no termine por tan precioso mover del Señor. De esos servicios que el desanimado, recibe fueras. El que está enfermo, es sanado. Donde es evidente la presencia del Señor. Sí, ese fue el tipo de servicio que presencie yo.


Pero les cuento, se culminó el culto, varios hermanos nos quedamos dialogando, típico del creyente. Me dirijo a mi hogar y al momento de descansar siento que alguien me llama.


Pues yo como persona cansada y más después de tan poderoso servicio me acomodaba más y más. Creo que ya saben a dónde quiero llegar (jaja). Continuo yo acomodándome de este lado al otro lado pero no podía llegar ni al tercer sueño. Hermano/a que me lee, amigo, en lo personal la única manera que yo puedo adquirir el sueño es orando. Sí, por la oración.


Como mi cuerpo ciertamente estaba cansado, prosigo a orar y a conectarme con el Señor para descansar y en el momento donde pensaba que me quedaría dormida, no, los ojos se me abrían como si no fuese la medianoche. ¿A alguien mas le sucederá de vez en cuando estas batallas entre el sueño y el llamado?


Hermanos, no importa cuan “bien” nos podamos sentir espiritualmente cuando Él llama es menester atenderle.


Busque conmigo en la escritura Proverbios 8:17

Nos dice:¨Yo amo a los que me aman, Y ME HALLAN LOS QUE TEMPRANO ME BUSCAN.¨


En este capítulo nos habla con mucho detalle lo increíble y los beneficios que hay en la SABIDURÍA. Y este verso siempre me ha llamado la atención porque hay un “secreto” a simple vista.


No solo eres sabio al atender el llamado sino que tienes un encuentro con el que te llama. Osea hay sabiduría en tomar la decisión de atenderle. De encontrarnos con él.


El peligro está cuando tenemos por costumbre optar por acomodarnos e ignorar al que nos llama. Nos aleja del que nos llama, se te hace cuesta arriba volver a escucharle llamarte y lo más peligroso de todo, te debilitas.


Pero doy para atrás un poco, me encontraba orando aunque acostada pero orando. Vuelta para aquí y vuelta para allá porque VERDADERAMENTE estaba agotada. Sé que varios dirán:¨El Señor es entendido, no pasa nada.¨ Amen, pero cuando él llama, ósea no nuestro vecino, pareja, amigo, no. Cuando el Señor llama, algo desea decirte.


Me levanto, salgo de mi cuarto (para poder hablar con él sin que la cama me tienda una trampa), llego a la sala y al instante que me arrodillo no hago más que llorar porque él estaba esperando por mí. Esperando a que lo atendiera, a que por fin diera mi brazo a torcer y tomará un momento para entender el porque me llamo.


¿Sabes que quería? Abrazarme.

Quería atender mi necesidad, la misma necesidad que yo por un momento olvidé. Estaba tan enfocada en descansar, en concebir el sueño que no me di cuenta que el Señor anhelaba, con un llamado, atenderme.


Es precisamente este el momento que deseo que atesoren como lo atesoro yo, en muchas ocasiones dejamos que el cansancio, la pereza o las tinieblas nos alejen, nos priven de una gran bendición. Un bienestar.


Y si el cansancio me hubiese vencido, si ignoraba su llamado, me hubiese perdido ese encuentro tan especial con mi Amado.


Yo sé que el cuerpo se agota, se debilita pero hay uno que te está llamando. Quizás es de madrugada como me sucedió a mí. O tal vez durante el día cuando solías sacar 1 hora, 30 minutos, el tiempo que fuese para conectarte con él. No sé desde cuando no íntimas con el Señor, hace cuanto no escuchas cuando él te llama. No sé.


Quizás llevas varios días, semanas, meses o años con cierta petición delante del Señor pero has dejado de Atender Su Llamado.


Hoy te invito, no solo a levantarte sino a reconocer que hay alguien que te hace un llamado de urgencia a su presencia.


Te invito a atenderle.


Oremos: Señor primeramente te doy gracias por este momento, gracias por acordarte de mi, gracias por cuidar de mi. Te pido Dios que me ayudes a retomar lo que he puesto a un lado. Ayúdame a atenderte un poco más, perdóname por las veces que se me hizo más fácil acomodarme, cobijarme o moverme del otro lado cuando deseabas hablar conmigo; te necesito hoy, te necesito mañana, te necesito siempre. Por favor no dejes de llamarme, En el nombre de Jesus, AMEN.


Autora:TYP

3-25-22


RINDETE

Rendir o Rendirse: vencer, someter al dominio de uno. Cansar o fatigar. Dar o entregar. Someterse, entregarse al vencedor. Hacer pasar al cuidado de otro.

Hola, Dios te bendiga

Gracias por una vez más leerme.

Espero que sea de edificación y puedas compartirlo con una hermana/o u jovencita/o que sabes que necesita leer esta corta reflexión.

Les cuento, varios días antes de que se acercara mi cumpleaños, estaba sumamente emocional, estaba muy sensible al toque de mi Señor y me sentía demasiado vulnerable. El día no podía acabar sin yo haber llorado y pensado en TODO lo que he tenido que atravesar pues de una manera u otra han moldeado esta vasija y hoy soy quién soy.

Unos días sonreía por lo bueno y misericordioso que Dios ha sido para conmigo y los míos; y otros me ahogaba en las memorias que se hacen un tanto difícil dialogar. Mientras más cerca estaba mi cumpleaños más se me apretaba el pecho porque sentía que revivía cada situación, cada alegría pero eran más las malas memorias que las buenas las que querían nublar mi mente. Aun así le daba gracias a mi Dios porque pudo haberme dado la espalda y dejarme en el olvido y no fue así.

Faltaba 1 hora para las 12:00 y mi corazón se me quería salir del pecho y ya no podía acordarme de las palabras que quería compartir en Facebook con mis amistades y familiares sino que comienzo a llorar desconsoladamente. Hablaba con el Señor y le decía:” por favor no pienses que no estoy satisfecha con lo que hiciste, haces y continuaras haciendo en mi vida pero quiero que sepas una vez más cuán agradecida estoy contigo.”

Quizás te estás preguntando, ¿Qué tiene que ver esto con el tema? Te cuento.

Hay un grupo grande de personas marcadas por su pasado, quizás fueron sus malas decisiones o situaciones fuera de su alcance que atravesaron.

Esto me lleva a Jeremías 18:4

Y la vasija de barro que estaba haciendo se echó a perder en la mano del alfarero; así que volvió a hacer de ella otra vasija, según le pareció mejor al alfarero hacerla.

Porqué será que tendemos a pensar y aceptar que al cometer un error o alejarnos del Señor, él es incapaz de perdonarnos.

La parte que más me gusta y conforta de este versículo es que la vasija se echó a perder en las manos del que le estaba dando forma, del que tiene un plan, un diseño, una visión fija para esa vasija. Al alfarero no le sorprendió este suceso tampoco desistió de darle forma. NO. Él se acomodo, volvió a mojar sus manos, tomó un poco más de barro y volvió a hacer de ella otra vasija.

En otras palabras, no te des más golpes en el pecho por lo que hiciste o cuan lejos estés del Señor, cierra tus oídos a las voces de culpabilidad. No hay necesidad de reabrir tus heridas.

Vez,ese es el objetivo del enemigo que te enfoques en todos los errores que en un tiempo cometiste y olvides las grandezas y maravillas que Dios ha hecho para contigo.

El escenario pudo haber sido otro cuando Jeremías por mandato de Dios fue a la casa del Alfarero. El pudo haber visto como la vasija (tu y yo) se echaba a perder y punto. Pero no fue así; había esperanza para esa vasija. El Alfarero no había terminado la obra maestra. Aún no tenía su forma. Aún no estaba en su esplendor.

Y quizás esa vasija no espera que quizás al “final” del camino tendría que ser moldeada a una nueva forma pero,

¿Sabes que? El resultado fue mejor de lo que esperaba.

Si fuese por todas las cosas que yo he tenido que atravesar desde mi niñez, si fuese por mi, con la rebeldía, dolida, sangraba en otros porque anhelaba sanar pero me “refugiaba” en los lugares/personas menos indicadas, deseaba con todas mis fuerzas levantarme y ser feliz, sin tener que fingir pero daba pasos, pasos que me llevaban a comentar los mismos errores, pasos hacia atrás por darle cabida a las voces que me culpaban.

Por darle cabida a voces que me llevaban a sucumbir en el odio y en el rencor.

Hasta que me enfrentaron y me dijeron:” Tatiana, solo tienes que rendirte, ¡si ríndete!, ¿Acaso no estás cansada de tanto sufrimiento, de tanta tristeza, de vivir en oscuridad?

Tú que me lees, ¿No estás cansado?

Rinde tus miedos, tristezas, entrega tu pasado en todo su sentido. Hay uno dispuesto a darte una vida NUEVA.

Si yo hubiese dejado que la sombra de mi pasado tomara riendas de mis emociones, no hubiese podido disfrutar mi cumpleaños, mucho menos mis días.

¿Qué tienes que rendir? O ¿En qué áreas tienes que rendirte para que Dios continúe perfeccionando su obra maestra?

Quizás necesitas dar el paso y volver a casa.

Solo ríndete.

El alfarero está preparado, experto en su profesión y dispuesto a moldearte una vez más.

Oremos: Señor gracias por esta oportunidad que me brindas para reflexionar y rendirme a tus pies porque reconozco una vez más que sin ti, NO PUEDO. Toma (lo que deseas rendir a él) y continúa dando forma a esta vasija. En el nombre de Jesus, Amen.


Autora:TYP

2-20-22


AFAN

Afán: deseo intenso de conseguir algo, empeño en hacer algo, ansia, gana, sed, hambre, fatiga.


Mateo 6:34


“Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.”


Hola, Dios te bendiga


¿Qué te trae aquí hoy?


Quizás como yo estás teniendo “uno de esos días” donde te haces MILES DE PREGUNTAS y hay pocas respuestas.


Déjame y te cuento…


Mi día comenzó “de lo mas bien”; me imagino que el tuyo también (jeje) pero no te has dado cuenta que cuando nos encontramos de esta manera, sintiéndonos de la manera que nos estamos sintiendo es por que sucedió algo. Y la mayoría de las veces el causante tiene nombre.


Pues te cuento, me levante sintiendo el peso de la ansiedad e incertidumbre como nunca antes. Sentía la atmósfera pesada, como si me iban a desafiar, ja, dicho y hecho. Los ajetreos del día no eran los mismos ajetreos. Era como si la lista de cosas por hacer nunca acababa y sobre mis hombros me ponían mas peso, mas cargas.


Y la verdad es que para mí es normal tener un día ajetreado, sea el trabajo o los quehaceres del hogar, normal. Pero repito, temprano en la mañana alguien me había desafiado.


Continúe con las cosas que tenía que hacer y mientras las hacía hablaba con el Señor y le hacía mil x 100 preguntas junto con las que ya le había hecho anteriormente, y sentía como el pecho se me apretaba cada vez más al pasar los segundos al punto de que quería gritar como niño cuando le quitan algo preciado.


¿Sabes qué hice?


¡ESO MISMO! (Te puedes reír)


Me tiré de rodillas y comencé a llorar como si nadie fuese capaz de consolarme. Y ahí fue donde escuche su dulce voz que me dijo: se llama ¡AFÁN!.


¡AFÁN DE QUE LAS COSAS SEAN AHORA!


¡AFÁN DE QUE SEA A TU MANERA!


¡AFAN!

¡AFAN!

¡AFAN!



WOW, susurre. Y mientras me secaba las lágrimas y le daba cabida al Señor para que continuara ministrando mi vida, me hacía entender que:


1- Arrastraba con el afán del día anterior.

2- Estaba tan cegada que no pude ver lo que necesitaba.

3- Comencé el día sin ponerlo en sus manos y traté de llevarlo por mis propias cuentas.


Nosotros, el 100% del tiempo, queremos resolver las cosas o en este caso cargar con todo, y el mismo 100% de las veces vemos que somos incapaces de hacerlo porque siempre vamos a necesitar la ayuda del Maestro.


¡SIEMPRE VAMOS A DEPENDER DE ÉL!


Pero mira qué lección el Señor nos da y quizás pensamos que es un poco fuerte pero hay bendición en ella.


En Mateos 6:30


El mismo Señor nos llama “hombres de poca FE”. ¡Ouch!


¿Justo al blanco verdad? Poca FE.


Y él tiene toda la razón, dejamos que el desespero, la ansiedad, el AFÁN afecte nuestra fe y dependencia de Dios.

¿Cómo?, Simple y sencillo, dejamos de creer que él es capaz de ayudarnos en el diario vivir. El AFÁN nos hace ver un tanto inmaduros e incapaces de darle paso y su lugar para obrar en nuestras situaciones. Sí, somos de poca fe; cuando dejamos que el afán domine nuestras emociones y nuble nuestros pensamientos. Somos de poca fe cuando queriendo resolver los problemas a nuestra manera, echamos al Señor a un lado.


¿Suena fuerte, verdad? Eso lo causa el afán.


Hoy es un buen día para entregarle al Señor toda nuestra ansiedad, todas nuestras preocupaciones, todos nuestros miedos.


Yo sé que en el día de mañana el afán tomará otra forma y quizás ya no sean los quehaceres, el trabajo o tu entorno; quizás tú mismo seas ese afán.


¡RECONÓCELO EN TU DIA!




Filipenses 4: 6 & 7

6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Oremos: Señor te doy gracias por el día de hoy, GRACIAS, te pido que me ayudes día a día a reconocer lo que tengo de suma prioridad al punto que quita mi paz, mi enfoque, mi confianza y fe en ti. EN EL NOMBRE DE JESÚS, AMÉN.


Autora: TYP

2-18-22